¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

viernes, 9 de mayo de 2008

CEMENTERIOS DE URANIO BAJO NUESTRO JARDÍN

Hoy día los polos se están derritiendo, la temperatura sube sin contemplaciones y cada vez tenemos menos agua en nuestros ríos. Parece ser que no estamos cumpliendo con el Protocolo de Kioto. ¿Es la energía nuclear una solución para nuestros problemas medioambientales?

A lo largo de la historia se han utilizado muchos tipos de energía. El origen de todas: el fuego en la Prehistoria, hace cuatrocientos mil años, cuando solamente con frotar un palito hallaban lo que les serviría para calentar la caverna o asar animales para el sustento diario. Le sucedió el carbón vegetal, que elevaba aun más la temperatura del fuego, hasta permitir a los hombres obtener y trabajar el cobre y el hierro.

Fue en el siglo XIX con las Revoluciones Industriales cuando apareció el elemento de la discordia: el combustible fósil, carbón mineral y petróleo, como fuente de energía para las centrales térmicas, principio de preocupaciones y fin de la tranquilidad ambiental y económica.

La necesidad de encontrar nuevas alternativas energéticas llevaron a los investigadores a crea la energía hidroeléctrica, y con ella sus centrales. Hoy día todavía existen estos medios, como la central térmica de la Aceca (Toledo) o la central hidroeléctrica de Cedillo (Cáceres).

Una nueva alternativa: la energía nuclear.

Con la II Guerra Mundial se aceleraron los trabajos de investigación nuclear, una nueva energía que venía a sustituir al petróleo y, lo más importante, no produce emisiones de CO2. Su presentación fue mundial con el lanzamiento de la primera bomba atómica en agosto de 1945 sobre la ciudad de Hiroshima.

Todavía hay gente que piensa que la energía nuclear solo sirve para fabricar bombas y demás armas , pero lo cierto es que también se le ha dado aplicaciones benéficas favorables a nuestra calidad de vida.

Este tipo de energía es aquella que se libera como resultado de una reacción nuclear. Se puede obtener por el proceso de Fisión (división de núcleos atómicos pesados). En las reacciones nucleares se libera una gran cantidad de energía debido a que, parte de la masa de las partículas involucradas en el proceso, se transforma directamente en energía. Una reacción nuclear es un millar de veces más energética que una reacción química, es decir, produce más energía que la generada por un combustible fósil (petróleo, carbón, metano…).

El reactor nuclear, las turbinas, los calentadores, el condensador y la torre de refrigeración son los órganos principales de este tipo de centrales. El reactor es la parte más importante, porque es ahí donde se genera la energía a partir de la fisión de los átomos. La seguridad es extrema.
El uranio y el plutonio, elementos radioactivos, son el combustible necesario para que el proceso pueda llevarse a cabo.

Según el Programa Nuclear Español, existen tres generaciones diferenciadas de centrales nucleares. Las de primera generación, proyectadas a comienzos de la década de los 60; la segunda generación, proyectada a comienzos de los 70, cuyo objetivo era entrar en funcionamiento a finales de esa misma época; y la tercera generación, cuya construcción fue autorizada con posterioridad a la aprobación del Plan Energético Nacional en julio de 1979.


El panorama nuclear en el mundo.

En España existen actualmente nueve centrales nucleares: Almaraz I- II (Cáceres), Cofrentes (Valencia), José Cabrera (Guadalajara), Trillo (Guadalajara), Santa María de Garoña (Burgos), Ascó I- II (Tarragona) y Vandellós II (Tarragona). Estas cifras son insignificantes, si las comparamos con las 442 centrales instaladas en el mundo, que aseguran el 24% de la producción de electricidad de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Las nueve centrales españolas que están operativas producen la cuarta parte del consumo eléctrico, mientras que en Francia, por ejemplo, este porcentaje llega al 80% con sus 59 nucleares.

El VI Plan General de Residuos Radioactivos (en adelante VI PGRR) considera la alternativa del desmantelamiento total de todas las centrales nucleares españolas que funcionan actualmente, una vez se haya cumplido su vida útil.

Final de una central nuclear, principio de un problema: soluciones.

Las centrales nucleares tienen ciclos de vida, es decir, funcionan únicamente cuarenta años. Durante este tiempo, las ventajas son máximas y los riesgos de contaminación nuclear mínimos. El problema aparece cuando la vida de la central termina y hay que desmantelar las instalaciones y albergar los residuos en un lugar seguro, libre de escapes radioactivos.

El desmantelamiento de la central se produce tres años después de su cierre total. Es aquí cuando sobrevienen los problemas por los intereses medioambientales. ¿Que hacer con las barras de uranio, residuo del combustible? Pero no solo el uranio o el plutonio utilizado en el proceso son contaminantes: pomos de puertas, uniformes de trabajadores, tubos, grifos… todo es altamente radioactivos.

España envió combustible gastado de algunas de sus centrales nucleares a reprocesar a Francia y a Reino Unido, pero su coste es muy elevado y conlleva el problema del retorno de los residuos sobrantes y otros materiales derivados del tratamiento.

Nuestro país cuenta con un Almacén Centralizado de residuos de baja y media actividad (ej. material de radioterapia). Es El Cabril, al nordeste de la provincia de Córdoba. Tiene capacidad para cubrir las necesidades de almacenamiento de residuos radiactivos de España hasta la segunda década del siglo XXI.

El VI PGRR, realizado por la Empresa Nacional de Residuos (ENRESA) propone la creación de un nuevo Almacén Centralizado antes de 2011 para el combustible gastado y los residuos de alta actividad (procedentes de centrales nucleares) generados en España. Pero este método solo es una medida temporal. La forma definitiva de almacenamiento es el enterramiento de los residuos radioactivos a gran profundidad, en la corteza terrestre. Esta medida ya se ha llevado a cabo en el centro SFR de Suecia y en las instalaciones de las minas Konrad y Asse en Alemania.

El tiempo que tarda en aflorar a la superficie una partícula radiactiva es mayor que su periodo de vida, llegando a desintegrarse antes de producir la contaminación. Por ello, sería posible tener enterrados bajo nuestro jardín, a miles de metros de profundidad, toneladas de material radioactivo sin dañar ni la salud ni el medio ambiente.

Habría que plantearse entonces si el lema “Nucleares no, gracias”, originado en la década de los 70, puede acomodarse al momento biológico, terrestre, ecológico, vital, económico y social que nos ha tocado vivir. Juzguen, y, sobre todo, infórmense ustedes mismos.

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REPORTAJE DE COSECHA PROPIA. YA QUE TODAVÍA NO ME PUBLICAN EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN, SACO PARTIDO A MI BLOG, QUE PARA ESO ES MÍO.